Friday, March 4, 2016

Caritas and pax: Communio sanctorum and communio sacramentorum (Vintage Ratzinger: never published in English)


The concrete boundaries of caritas in the ecclesia catholica

...[C]aritas consists...in the participation in the communio of the catholics1; what is more, in a certain sense it is clearly produced by that said communio2. But if the communio of the catholics is caritas, and, on the other hand, the Church is essentially communio, then catholica and caritas approach so near that, finally, it appears justified to call the catholica the objective caritas, in which one shares through participation in the communio which represents that caritas. Here, caritas and ecclesia draw so narrowly together that in a certain sense one should consider them identical3. According to this, for the individual caritas does not mean a subjective disposition, but rather a belonging to the Church—precisely and necessarily to that Church which itself stands in caritate, that is to say, in the eucharistic mark of love with the entire earthly orb—. But in this area there should be no doubt regarding the fact that, if we can perfectly assume that caritas and ecclesia coincide in their extension and that the belonging to one includes belonging to the other, that does not at all mean that caritas extends beyond the sphere of the truly sacred. There is not even one passage [in Augustine] which would support that opinion. Rather, caritas means the same as grace and Holy Spirit4. Which means, nevertheless, that at the end of our attempt to overcome an antinomy, this presents itself with more force, in the sense that, on the one hand the extensive character of the pax ecclesiae is defended, and, with that, of the Church herself, against a false church of the saints; and it is held that within the communio there is room also for sinners. While, on the other hand, the caritas ecclesiae, and with that, again the ecclesia herself, is limited to the saints, wherewith the sinners, evidently, appear condemned to excommunication.
Joseph Ratzinger, Obras Completas I, the 1951 thesis on Augustine's concept of the Church, 163-164 --Plinthos translation
1 De bapt III 16,21 [PL 43,148]: "[...] Ipsa este enim caritas, quam non habent, que ab ecclesiae catholicae communione praecisi sunt".
2 We shall expound on this later. For the moment I refer to De bapt II 14,19 [138], where the participation in the community of the catholica is manifested as "offerre sacrificium caritatis".
3 It seems to me that the clearest proof in favor of this thesis may be the formula “caritas vestra”, which Augustine uses repeatedly in his sermons. Since in it the ecclesial community as such is designated “caritas”. Cf. Also Hymmen, Sakramentenlehre Augustins, 36, note 1, where referring to De bapt III 16,21 is said: thus one passes from love as religious-moral conduct to ecclesial conduct. Hofmann, Kirchenbegriff, 377, says too little when he opines that “it is not the sacrament but rather the personal disposition towards the Church (that is to say, the caritas), which differentiates catholics and donatists from one another. Hofmanns mode of expression is even more surprising given the fact that he himself rightly speaks, on p. 194, of an “partial identification between the vinculum caritatis et unitatis and the catholic Church”.
4 Cf. for example, De bapt II 13,18 (138), where caritas appears as the vita which is returned to those “murdered” by the donatists; in a similar way in Tract in Io 9,8 (PL 35,1462); Trin XV 17,19 (PL 42,1081).

SALMO CONTRA LA SECTA DE DONATO

Versión castellana: Miguel Fuertes Lanero, OSA

Del libro de las Revisiones (1 19[20])
Sobre la presente obra
1. Compuse un salmo con la intención de que el proceso de los donatistas llegase al conocimiento incluso del vulgo más humilde y totalmente ignorante y rudo, y de esta forma, en cuanto de nosotros dependiera, se quedase grabado en su memoria, siendo cantado ante ellos. Lo hice siguiendo el orden de las letras latinas, llamado abecedario, pero sólo hasta la U. Omití las tres últimas, añadiendo en su lugar una parte final, a manera de epílogo, como si la Iglesia les hablase como madre. El estribillo que se va repitiendo, y el proemio del proceso, que hemos querido que se cantase, no siguen el orden de las letras. Este comienza después del proemio. No quise hacerlo en ninguna clase de versos métricos, para que las leyes de la medida no me obligasen a usar términos poco usados por el vulgo.
2. Este salmo comienza así: Omnes qui gaudetis de pace, modo uerum iudicate, que es su estribillo.
Salmo contra la secta de Donato*


Vosotros, que amáis la paz,    juzgad ahora la verdad.


Con acepción de personas
es vergonzoso juzgar.


Nunca podrán los injustos
el Reino de Dios ganar.


Que rasgues la ajena túnica
nadie lo tolerará:
5 ¿Cuánto más reo es de muerte
romper de Cristo la paz?


Al autor de estos delitos
busquémoslo sin errar.


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


Atormenta a los hermanos
la abundancia de malvados.


Ya quiso nuestro Señor
dejarnos bien avisados,
10 asemejando una red
con el celeste Reinado


que por los mares recoge
toda clase de pescados1.


La sacan hasta la orilla,
comienzan a separarlos:


los buenos van a las cestas,
al mar se tiran los malos.


Quien conozca el Evangelio
hallará, con temor santo,
15 que en la red vemos la Iglesia,
y el mar es el caos mundano2.


La mezcla de peces dice
que viven buenos con malos.


El fin del mundo es la orilla:
allí separarse han ambos.


Quienes rompieron las redes
mucho al mar se aficionaron.


Las cestas son de los santos
los tronos que no alcanzaron.
20 Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


Buen hombre, tal vez preguntes:
¿Y quiénes la red rompieron?


-Los henchidos de soberbia,
que se dicen justos ellos.


Han creado divisiones,
altar contra altar han puesto.


Al diablo se han entregado,
con altercados muy viejos,
25 y el crimen que cometieron
lo cargan a hombros ajenos.


Entregaron la Escritura,
mas con gran atrevimiento


nos acusan a nosotros,
quedando de manifiesto


que es mayor hoy su pecado
que lo fuera en otro tiempo


Podrá excusarse la entrega
de los Libros, por el miedo,


que por temor a morir
de Cristo renegó Pedro3.
30 Pero ¿cómo excusarán
ser causa de enfrentamiento


de un altar contra otro altar?
¿Y el culpable rompimiento


de la paz que nos dio Cristo,
sólo en el hombre poniendo4


su esperanza? Tanto daño
a la Iglesia nunca hicieron


todas las persecuciones,
como ellos en paz le han hecho.


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


Custodio nuestro, Dios grande:
Tú nos puedes liberar
35 de estos bastardos profetas
que nos quieren devorar5.


Negro corazón de lobo
quieren ellos ocultar


bajo piel de oveja mansa,
con nombre de santidad,


pero en sus entrañas fieras
el cisma escondido está.


Los que ignoran la Escritura
se les suelen acercar;


oyen hablar de «traidores»
sin conocer la verdad
40 de los hechos ya pasados.
Si yo les digo: -«Probad


lo que afirmáis como cierto»,
no saben qué contestar.


Ellos dicen que a los suyos
creyeron sin vacilar.


Yo les digo que mintieron,
pues nosotros, a la par,


a los nuestros damos fe,
que testimonio nos dan


de ser vosotros «traidores».
¿Quiénes dicen la verdad?


Los que en la raíz se injertan.
¿Y quiénes la falsedad?


Solamente quien no vive
con todos en la unidad.
45 Tiempo ha concluyó la causa
¿Por qué no vivís en paz?


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


Dijeron nuestros mayores,
y pusieron por escrito


los cargos que ahora os probamos:
ellos fueron los testigos.


Hubo algunos «traditores»
de los Sacrosantos Libros.


No eran hombres de la plebe:
eran los propios obispos
50 de la región de Numidia;
en Cartago reunidos


para ordenar nuevo obispo,
encontraron que había sido


ya ordenado Ceciliano
y en su sede establecido;


grande fue su indignación
al verse ellos excluidos.


Era Botro, era Celestio,
de Ceciliano enemigos,
55 -más vale de ellos no hablar-
soberbios, truhanes, impíos.


Se confabularon todos
inventando este delito:


Que su obispo consagrante
entregó los Santos Libros


¡La red de la paz rompieron
y andan por la mar perdidos!


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.
60 ¡Es tan dulce y delicioso
el convivir como hermanos!6


Oíd la voz del profeta
para que estéis aunados.


¿Quiénes lograrán probar
este tan viejo pecado?


¿Quién fue su fiscal en juicio?
¿Y qué jueces se sentaron?


¿Quiénes fueron los testigos
de quien osó confirmarlo?
65 Pero todo es invención,
porque en sus hechos pasados


la fama bien claro hablaba
de sus Libros entregados.


Los verdaderos autores
en este caos se ocultaron.


Echaron a otros la culpa
para esconder su pecado,


y, a partir de sus mentiras,
han vivido equivocados
70 los jefes de su partido,
por creerlos como a hermanos.


¡Que se acabe ya el error
y la unidad construyamos!


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


Fueron sus antojos ley,
sumidos en su ceguera:


para juicio tan solemne,
para una causa tan seria
75 no eligieron sacerdotes
en número según regla;


el acusador y el reo
no presentaron sus pruebas;


no hubo escritos ni testigos
que el crimen probar pudieran


furor, engaño y tumulto
se imponen en la tiniebla.


¿Podéis mostrarnos las actas
que todo concilio lleva?
80 ¿Qué obligó a nuestros altares
enfrentar con violencia?


Si era indigno el sacerdote,
que antes removido fuera,


y si esto no era posible,
que en la red se mantuviera,


como ahora mantenéis
tantos malos, a fe cierta.


Los que a muchos aguantáis
por mor de vuestra fiereza,


para que hagamos las paces,
aguantad a uno siquiera
85 Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


Gozo inmenso nos daría
saber que jamás antaño


quisisteis vuestros errores.
Mas si entonces no fue claro


dónde estaba la verdad,
vedlo ahora los letrados.


Muchos malvados tenéis
que soportáis de mal grado,


mas de vuestra comunión
no consentís separarlos
90 No hablo -los podréis negar-
de los famosos pecados:


palizas, hogueras, muertes,
obra de vuestros sicarios


a la luz del pleno día.
Y los sufrís, sin embargo,


por error o por temor.
Hubieran bien soportado


vuestros padres, por la unión,
a lo menos un malvado,


si la protesta era tal
que impidiese degradarlo.
95 Añade que era inocente,
sin nada en contra probado.


Mas porque nadie moviese
la verdad de su pecado,


se fingieron los muy justos,
siempre embrollos planeando.


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


Honores vanos quien busca,
con Cristo no ama reinar,
100 como el jefe de esta plaga
-«partido» nombrado le han-


Sí, Donato ambicionaba
toda África conquistar


y pidió al Emperador
jueces de allende del mar:


petición esta muy justa,
mas no según caridad.


Da voces la verdad sola
que ahora os voy a contar.
105 Consiente el Emperador,
prelados a Roma van,


que a Ceciliano y Donato
puedan en juicio escuchar.


Donato nada probó,
pero se atreve a apelar:


del juicio de sus colegas,
al Emperador irá.


La apelación por sí prueba
no estar en la caridad
110 Vencido, a los ya cristianos
comenzó a rebautizar


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


Investigad todo el caso,
si queréis ser imparciales.


Lo que luego hizo Donato,
¿por qué no haberlo hecho antes?


Los obispos africanos
no lograban concordarse:
115 Bien será, pues, que lo juzguen
jueces de allende los mares.


¿Por qué corristeis al cisma,
enfrentando ambos altares,


para cerrar los oídos
a los fallos judiciales,


y que vuestros propios jueces
a apelar os obligasen,


mientras por todos los medios
procuráis que se proclame
120 el imperio del error?
Y ahora que en vosotros nadie


ignora lo sucedido,
os fingís los ignorantes;


y si la verdad os urge,
decís que erraron los padres,


como si alguien impidiera
que abjuréis las falsedades.


Por la soberbia estáis presos
a una cátedra infamante7.


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.
125 (K) Caridad cristiana tiene
quien ante todo es pacífico.


Prestadnos atención, pueblos,
y a la concordia aveníos


quienes carecéis de sede
que defender con prejuicios:


Si en un lugar contendiesen
entre sí vuestros obispos,


¿a qué jueces llamaríais,
como ajenos al litigio,
130 sino a obispos de otras tierras?
Y si ellos en justo juicio


condenasen una parte,
¿no seríais vosotros mismos


los primeros en romper
vuestra unión con los obispos


que a los jueces imparciales
hicieran sordos oídos?


¿Cómo, pues, sois partidarios
de quienes, en tiempos idos,


esto mismo realizaron?
Ellos son quienes, sin tino,


a los jueces de ultramar
no les prestaron oídos
135 en sentencia a favor nuestro;
y nos están hoy unidos.


¿Aún tendréis que replicar,
si lo declara el Juez, Cristo?


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


La verdad conoceréis,
si hay luz en vuestro interior.


Se conservan todavía
para darnos la razón,


Preces y Actas de Donato:
comprobadlas, por favor,
140 Si no las queréis creer,
probad con otra razón,


y si ésta la rechazamos,
habrá eterna discusión.


Abracemos, pues, la paz:
¿Qué importa lo que pasó?


Nos acusáis viejas faltas
y ésta es la contestación:


también vosotros faltasteis.
Por Macario alzáis la voz


y nosotros contestamos
con lo del circuncelión
145 Lo nuestro ya está pasado,
mas lo vuestro sigue hoy.


Si hay pajas en nuestra era,
paja en ella sólo sois,


cuando no queréis la paz;
y esos otros el bastón


levantan con amenazas.
¡Y ojalá sólo el temor,


sin las palizas diarias,
infundieran! Pero no;


porque si quitáis a éstos,
vuestro reino terminó.
150 Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


Macario en su proceder
si tal vez fue más allá


de la mesura cristiana,
luchaba por la unidad,


haciendo cumplir las leyes
que dio el edicto imperial.


No digo que él no pecase,
pero vosotros aún más.


¿Quién ordenó a esos furiosos
ensañarse con crueldad,


como lo han hecho en el África?
No invoquéis la autoridad,
155 de Cristo ni del Imperio:
no la podéis demostrar


para quemas y apaleos
y locuras sin piedad.


El palo -dicen- no es crimen,
porque sólo escrito está:


Mete la espada en la vaina8.
No es que lleguen a matar;


les basta un duro apaleo:
él solo se morirá


entre crueles dolores.
Si les mueve la piedad,
160 se compadecen, sirviendo
un solo golpe mortal.


«Israel» llaman al palo:
así Dios lo quiso honrar9


pero ultrajan más su nombre
que el cuerpo que tundirán.


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


No nos imputéis, hermanos,
lo de tiempos de Macario.
165 De su mucha crueldad
estamos avergonzados;


si de ellos dicen calumnias,
Dios es quien puede juzgarlo.


Amemos la paz de Cristo,
jubilosos nos unamos.


Nada nos podrá dañar
que en la Iglesia queden malos,


y si no pueden vivir
entre nosotros mezclados,


separados sean al punto,
dejando la paz a salvo.
170 Si esto no es posible, sean
del corazón apartados


Dijo el profeta Ezequiel
que unos hombres señalados10


se lamentan de maldades
causadas por sus hermanos;


pero de ellos no se apartan,
siguen viviendo a su lado.


No nos apartemos, pues,
por los hermanos malvados,


de nuestra única madre.
Esto lo hicieron antaño


los impíos, erigiendo
su propio altar separado,
175 para contar en sus filas
peores y más dañados


que los que, fingiendo, dicen
haber ellos evitado


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


Ojeando la Escritura,
verás de forma sencilla


lo que pretendo explicar:
que predicó Juan Bautista


a los judíos, muy claro,
que Cristo los limpiaría11


como se aventa la parva
de la era preferida.
180 A la mies, como operarios,
sus discípulos envía12:


tras recoger la cosecha,
es la Cruz quien la ventila.


El trigo -los justos- llenan
la Iglesia de castas vidas;


diciéndole adiós al mundo,
vendieron cuanto tenían.


Eran como la simiente
por todo el mundo esparcida13,
185 para que brote otra mies
que sólo al final se limpia.


Esta crece entre cizaña
por doquier: las herejías.


Quienes rompen la unidad
son la paja de esta trilla.


y si Macario en su tiempo
se contaba entre sus filas,


¿por qué razón nos queréis
rebautizar todavía?


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.
190 Pon dentro del corazón
las dos eras, para ver


lo que quiero demostrar.
Las Escrituras dan fe


que en el Viejo Testamento
había santos también:


Dijo Dios que siete mil
se guardaba para El14;


sacerdotes, reyes, santos,
muchos hay bajo la Ley.


Allá ves muchos profetas,
y de la plebe los ves.
195 Mas, dime, ¿quién de estos justos
su propio altar quiso hacer?


Cometió muchos pecados
el inicuo pueblo aquel:


sacrificó a falsos dioses,
mató a profetas también,


pero nadie entre los santos
la unidad quiso romper.


A los malos soportaban
todos los hombres de bien,


en espera de que el bieldo
supiera el grano escoger.
200 Aunque en el templo mezclados,
mezclada el alma no fue,


y por más que los acusen,
sólo un altar ha de haber.


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


¿Qué pensáis de todo esto?
Otra mies nueva nació:


la Iglesia por todo el orbe,
que ha de sufrir el dolor.
205 En Jesús tiene un ejemplo
con lo de Judas traidor15.


Lo admitía entre los buenos
y a predicar lo envió.


Un mal siervo predicaba,
pero la fe a Cristo vio,


porque los que al juez creían,
se olvidaban del pregón.


Cuando dio la Santa Cena,
ni siquiera lo excluyó16,
210 y aunque antes salido hubiese,
fuera también su traición


quien a Jesús entregara.
Pero ejemplo nos dejó,


de tolerar a los malos,
y si la separación


no es posible, la ruptura
sólo sea de corazón.


Pero cual paja de espigas
algunos soberbios son,


que antes de ser aventados
la tempestad arrastró.
215 Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


Responded: ¿Por qué razón
nos queréis rebautizar?


A vuestros obispos reos
expulsáis de la unidad


pero nadie después de ellos
se atrevió a rebautizar,


y a los que ellos bautizaron
en vuestra unión aceptáis.
220 ¿Qué pudieron transmitirles
si nada tenían que dar?


Mirad cómo a los adúlteros
la Ley manda castigar17.


No podrán decir que el miedo
fue quien les hizo pecar.


Si bautizan sólo santos,
tras ésos rebautizad.


¿Nos calumniáis a nosotros,
que estamos en la unidad,
225 y que no éramos nacidos
cuando aquella crueldad?


Los pecados de los padres
los hijos no cargarán18.


Esto dice la Escritura,
y que buen fruto no da


si el sarmiento de la vid
cortado del tronco está19.


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


Sabéis bien qué es «la Católica»,
y qué «de la vid cortado».
230 Si de en medio de vosotros
hay algunos avisados,


que vuelvan, y vivirán
en la raíz injertados,


y, antes de ser ramas secas,
serán del fuego librados20.


La fe sólo tiene un signo,
y a nadie rebautizamos,


por usar la única fórmula,
no por veros como a santos.


Ambos la tienen: la cepa
y el sarmiento separado.
235 Mas ¿qué aprovecha la forma
a quien está desgajado?


Venid, si queréis hermanos,
y a la vid incorporaos.


Nos duele veros yacer
por el suelo así cortados.


A partir del mismo Pedro,
si queréis, id numerando


los pontífices, y ved
qué padres antepasados


en su cátedra se han ido
uno tras otro sentando:
240 Ella es la Roca invencible
ante las fuerzas del Tártaro21.


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


Tú, si un católico viene,
hacia ti de buena fe,


hombre santo, como todos
aquellos hombres de bien


que solemos escuchar,
y te pregunta: «¿Por qué
245 me quieres rebautizar?
Del pasado yo no sé;


sólo sé que ahora en Cristo
tengo la auténtica fe.


Si me mancha lo que ignoro,
cómo eres hoy quiero ver.


Muéstrame todas tus caras,
que el corazón no se ve.
250 Si me mancha lo que ignoro,
me estás manchando tal vez.


y si te tengo por santo,
has de examinar muy bien


con quiénes estás mezclado.
Si pecamos sin saber


los pecados que tu gente
no cesa de cometer


en secreto, te mancillan,
y santo no puedes ser.


y si de faltas que ignoras
te despreocupas, también


yo quiero despreocuparme
de lo sucedido ayer.»


¡Y a un cristiano así te atreves
a bautizarlo otra vez!


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.
255 Vuestras sedes pretendéis
mantener contra justicia.


¡Ay de vosotros!, que sois
-proclama vuestra osadía-


los únicos hombres santos,
aunque de forma distinta


pensáis en el corazón,
cuando veis en vuestras filas


los malos por todas partes
abundar en demasía.


¿Podréis decirnos: «Estamos
mezclados en la red misma»?


Os respondemos bien pronto
que rota la red habíais.
260 No podréis decir que pajas
soportáis en vuestra trilla:


- «¿Por qué antaño no lo hicisteis?»,
nuestra respuesta sería.


Los malos no eran peores
que Judas traidor22, y un día


los apóstoles aceptan
tomar con él las primicias


del misterio de la Cena,
sabiendo, como sabían,


todos ellos que era reo
de tamaña felonía.
265 Tampoco a ellos les manchaban
pecados de ajena vida.


¡Y a los cristianos osáis
rebautizar todavía!


Vosotros, que amáis la paz,
juzgad ahora la verdad.


Atendedme sin enojos
a lo que os digo, hermanos:


Nada hay falso en lo que oís,
y podéis bien comprobarlo.
270 ¿Qué respondéis si la Iglesia
como madre os fuese hablando.


- Hijos míos, a qué viene
de vuestra madre quejaros?


Decidme más bien por qué
me abandonasteis antaño.


Culpáis a vuestros hermanos,
y es a mí a quien dais quebranto.


Antaño con los gentiles,
cuando sufrí males tantos,
275 me abandonaron, sí, muchos,
mas por miedo renegaron;


¿Y quién os fuerza a vosotros
a estar contra mí luchando?


Decís estar de mi parte,
pero bien sabéis que es falso.


Yo me llamo la Católica,
vosotros los de Donato.


Rezar por todos los reyes
me mandó el apóstol Pablo23,
280 y a vosotros os da enojo
de ver que ya son cristianos.


¿Cómo os doléis, si sois hijos,
de que Dios me haya escuchado?


Cuando trajeron sus dones,
no quisisteis aceptarlos,


olvidando a los profetas
que tiempo ha profetizaron


que grandes reyes gentiles
a la Iglesia harían regalos24.
285 Y al rechazar estos dones
dejasteis bien demostrado


no ser parte de la Iglesia,
y obligasteis a Macario


dolido de tal desprecio
a vengar su desagrado.


Pero yo, madre de todos,
¿qué males os he causado?


Si puedo expulso a los malos,
y cuando no, los aguanto.


Los soporto hasta que sanen,
o sean al fin separados.
290 Vuestra muerte me atormenta;
¿por qué os habéis alejado?


Si a los malos tanto odiáis,
en los que tenéis fijaos.


Pero si también vosotros
toleráis el tener malos,


¿por qué razón no ha de ser
en unidad hermanados,


donde nadie rebautiza,
ni hay altares enfrentados?


¡A cuántos malos sufrís!,
pero será sin salario,
295 pues que el sufrir lo debéis
no a Cristo, sino a Donato.


Cantares de paz son éstos,
si escuchar queréis, hermanos.


Os recuerdo que algún día
llegará el Juez soberano:


Él es quien exige cuentas,
nosotros quienes las damos.

1 Cf Mt 13,47-48
2 Cf Mt 13,49-50
3 Cf Mt 26,70.72.74
4 Cf Jr 17,5
5 Cf Mt 17,15
6 Sal 132,1
7 Cf Sal 1,1
8 Mt 26,52
9 Cf Gn 32,28
10 Cf Ez 9,4
11 Cf Mt 3,12
12 Cf Mt 9,38
13 Cf Mt 13,24-30; 37-43
14 Cf 3R 19,18; Rm.11,4
15 Cf Mt 10,4
16 Cf Mt 26,25
17 Cf Lv 20,10; Dt 22,22
18 Cf Dt 24,16
19 Cf Jn 15,4
20 Cf Jn 15,6
21 Cf Mt 16,18
22 Cf Mt 26,25; Jn 13,26
23 Cf 1Tm 2,1-2
24 Cf Sal 71,10